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El reino del fuego

Primer recuerdo: Renacer

773 4 min.

Despierto.

Parece que estuve dormida un largo tiempo. Me duele mucho la cabeza. Además de eso, me encuentro perdida, sin recuerdo alguno de quién soy o qué me sucedió. Rodeada únicamente de un manto celeste repleto de hermosas nubes blancas. Lo único tangible es la superficie áspera y árida, hecha de una piedra anaranjada, sobre la que resido.

Me levanto con dificultad. Mi cuerpo sigue un tanto dormido. Al verme desde arriba, noto mi vestido rojo un tanto destrozado. Cerca, encuentro tirado una especie de cetro purpura que, al sujetarlo, despliega la hoja de una espada. Me genera nostalgia sostenerlo, y puedo blandirlo con mucha agilidad. Posiblemente sea mi propia arma.

Mi cabello está sujeto en forma de cola de caballo. Tengo la rara sensación de que no debo tocar el listón que la sostiene. Las razones no me son muy claras y parecen distar de ser normales.

Exploro los alrededores. Me encuentro con la orilla de lo que parece ser una plataforma flotante, misma que se halla a una altura impresionante del suelo. Allá abajo puedo notar múltiples paisajes muy hermosos, difícilmente alcanzables para mí.

La plataforma es extensa. Al recorrerla, me doy cuenta que uno de los lados posee una gran pared de piedra. Aquella me separa de algo, pero me es imposible atravesarla o ver qué hay detrás. No tengo opción más que ignorarla.

«Las cosas no tienen mucho sentido», pensé al no sentir siquiera un poco de añoranza. «Estoy en un pedazo de roca que no debería poder estar suspendido en el cielo. Mucho menos debería poder respirar a esta altura con tanta facilidad. Es completamente ilógico, como si continuara soñando».

Mas es imposible. Siento dolor. «Esto no es una pesadilla. Es la realidad», aseguré. Puede que ya me haya vuelto loca o aquí la piedra puede flotar. Tengo fe en que la segunda opción sea la verdadera, puesto al mirar hacia arriba, puedo ver que existen más plataformas del mismo material flotando sobre mí. Ya no hay nada alrededor. Mi única opción es subir, y para ello, uso una fuerza que no sabía que poseo. Consigo saltar para llegar a una roca que estoy segura debería estar fuera de mi alcance. Aquí me hallo con algo extraordinario: una llama púrpura.

—¡Qué hermosa! —No pude contenerme a decirlo. Es algo tan bello que resistirse a admirarla es imposible. Una llama color púrpura crece justo enfrente de mí, suspendida suavemente en el aire.

Su perfecta silueta, su intenso brillo y su misma existencia me seduce a tocarla. Escucho provenir de ella extraños y siniestros susurros. Sin importarme aquello, sujeto el fuego en mis manos sin temor a quemarme, esparciéndose en múltiples lenguas que terminaron introduciéndose en mi mente. Tan pronto aquello sucedió, pude recordar con algo de nostalgia que vengo de un lugar muy diferente a éste. Y no sólo eso, recordé algo sobre mí: Soy una piromante púrpura. Una persona capaz de manipular este tipo fuego.

Las llamas púrpuras son capaces de almacenar recuerdos. Representan la mente. Lo puedo ver claramente en mi memoria. Sé que recolectar más pueden hacerme recordar quién soy. Al echar un vistazo a las otras plataformas, puedo ver que hay mucho fuego por doquier.

Recolectar las llamas es sencillo. Al finalizar en el punto más alto del lugar, encuentro una extraña fisura oscura hecha en la «realidad», suspendida en la nada justo por encima de la superficie del sitio. La rodeo y solamente puede verse de un sólo lado, haciéndome creer que tal vez se trata de una ilusión. Armada de valor la atravieso y consigo llegar otro lugar repleto de una intensa negrura y silencio.

Me siento observada, pero no puedo notar nada a la distancia más que luces distantes que se pierden en el abismo de la lejanía. Estos destellos son producidos por misteriosas plumas tornasol que están incrustadas en más rocas planas suspendidas. Es obvio, tengo que avanzar por ellas para tratar de salir de aquí, pues la entrada al lugar desapareció una vez que la atravesé.

Corro hasta la plataforma más cercana; no obstante, al salir la oscuridad se aferra a mi cuerpo, creándome una sensación de congelación tremenda que quema mi piel. Retrocedo a la luz y siento que ésta me cura por completo. Comprendo que salir será un riesgo, pero eso no me detiene en lo absoluto. «He conseguido llegar bastante lejos», reflexioné. Entro al dolor y llego hasta un inmenso alivio múltiples veces. Ahora estoy parada en la última tablilla voladora a la vista, habiendo una fisura luminosa cerca.

La atravieso y regreso a la plataforma donde desperté, pero intuyo que estoy del otro lado de la enorme pared que vi antes. Ahora entiendo que los lugares están conectados en torno al espacio. Además de este lado descansa una enorme torre que únicamente sube todavía más arriba del cielo, sin poder notar su final. Me causa mucha nostalgia e intriga la torre, y aunque tengo ya varias llamas púrpuras en mi poder, no consigo encontrar memorias sobre algo así. Por lo tanto, exploro su interior, no pudiendo hallar una forma de subir la estructura, pero sí una grieta oscura, la cual me condujo a la misma recamara principal de la torre en una versión tenebrosa, repleta de extrañas criaturas oscuras cuadrúpedas de rostros planos, múltiples ojos brillantes, largos cabellos, enormes colas y filosas garras. Al salir de la luminosidad, me atacan.

Empuño mi espada y lucho contra estos seres que no se atreven a penetrar la luz que irradian las pocas plumas que hay cerca, por lo que me es fácil atacar y posicionarme en un lugar seguro, salvaguardándome de sus posibles agresiones.

Pronto, al acabar con la mayoría de los monstruos de un sólo corte, encuentro a otra criatura idéntica, pero de piel azulada, no negra, que se abalanza en mí sin importarle que esté dentro de la luz. Al introducirse, ésta lo quema un poco, pero eso no la detiene a lanzarme zarpazos ferozmente.

Desvío cada ataque con mi espada y veo que este monstruo se vuelve más lento. «Esto sucede porque la luminosidad lo debilita», concluyo. Así que aprovecho esto y consigo cortarle sus patas delanteras de un tajo, procedo a apuñalar su cabeza, aniquilándolo.

Sin aquella amenaza repugnante cerca, cruzo otra fisura de luz que me conduce a dónde desperté, siguiendo aparentemente dentro de la torre, pero en otra habitación, una donde descansa otra grieta con mucha luminosidad. «Estoy segura que este lugar es de donde yo vengo. Es mi Origen».

Al atravesar la nueva fisura llego a una versión luminosa de la habitación de la torre, llena de muchísima brillantez, opuesta a la que vi en la oscuridad. Aquí todo está iluminado, no se ven sombras por más que las busco, y está infestado de criaturas del tamaño de un gato, parecidas a insectos anaranjados con largas antenas similares a las orejas de un conejo y cuatro patas como las de un saltamontes.

El enjambre de estas criaturas al verme corre en estampida hacia mí. Asustada huyo de ellas a la par que salgo de la torre. Trato de encontrar una salida y noto que en la plataforma más alta de este lugar hay un vórtice verdoso. Recuerdo gracias al fuego que éste puede llevarme muy lejos si lo toco.

Uso todas las fuerzas que tengo, salto hábilmente y aplasto algunos desagradables insectos en el camino. El crujir de sus entrañas me parece nauseabundo, pero necesario para conseguir llegar hasta el vórtice.

Tal vez todo esto que he visto es sólo un espejismo. Una ilusión. Las cosas que percibo no son nada como lo que recuerdo gracias a las llamas púrpuras que recolecté en el camino hasta acá. Por lo que aún debo preguntarme: ¿qué sucederá si atravieso este vórtice?

Lo que vi antes, ¿son dimensiones paralelas? ¿Imágenes que se producen al atravesar esas aparentes fisuras en la realidad? ¿Cómo es posible que, a pocas horas de despertar, ya haya sido sometida a combate, lugares horrendos y carreras por sobrevivir? No tengo idea de qué me está pasando, sólo que no deseo morir aquí.

El vórtice me arrastra con una fuerza brutal, misma que me aleja de la extraña plataforma flotante donde desperté. Me lleva a otro sitio que puede ser incluso peor.

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