chapter-banner-background chapter-banner-image

El reino del fuego

Decimocuarto Recuerdo: Los Iluminados

329 10 min.

Por primera vez, el piromante azul encapuchado y yo estamos frente a frente.

Las llamas espirituales bailan a su alrededor. Me siento ahogada en su presencia crea en mí.

—El fuego es más hermoso cuando no se puede controlar. No necesitas tenerlo bajo tus necesidades, tienes que dejar que se expanda en tu interior y queme todo aquello que te lastima por dentro. Destruirá tus lazos y te volverá libre por siempre —recita el sujeto con una voz paciente y clara, misma que me llena de una increíble nostalgia.

Poco después y antes de poder decir o hacer algo, este hombre levanta su mano y me apunta con ella, mientras una pequeña luz empieza a revelar su rostro.

—¿Qué demo…? —No pude siquiera terminar mi pregunta, pues las llamas azules cercanas entran al volcán y provocan que éste estalle para bañarnos en magma. Utilizo mis poderes psíquicos para protegerme al crear un campo de fuerza, pero es demasiado el poder el que cae sobre mí. Al sentirme aplastada, una luz tornasol cálida me rodea.

Aquel resplandor es el superpoder que se me otorgó antes, aún un poco de éste sigue en mí. Me concentro y consigo salir del magma llenándome de la energía luminosa para navegar en los cielos.

Desde aquí veo cómo el coloso se encuentra en activa erupción y no encuentro un sitio en donde pueda tomar refugio. Desafortunadamente siento como mi luz se apaga lentamente, por ello me dirijo hacia una grieta luminosa que está cerca del suelo y consigo atravesarla. De inmediato aquella fuerza que se me fue prestada se desvaneció por completo, por lo que caigo en la tierra y ruedo sobre ella al arribar.

He llegado a un extraño pueblo con casas hechas de roca naranja, similar al material de aquella gran torre. Camino y me hallo a cinco criaturas que vuelan majestuosamente frente a mí. Cuando aquellos seres me ven, me doy cuenta que no son hostiles. Eso es porque el aparente líder me invita a acércame.

Éstos son seres curiosos: poseen un extraño antifaz sin tener rostro, pues están conformados mayormente por una luz que nace en donde estaría su pecho. Visten una especie de capa que cae a los costados, poseen cuatro brazos dorados muy delgados y con tres largos dedos, uno en sentido contrario; ellos vuelan gracias a enormes alas que aletean a una gran velocidad como las de un insecto, cuyo espectro es apenas visible por la luz que emanan.

La criatura que posee un antifaz más aparatoso reposa una mano en su «pecho» y se inclina ante mí, como si hiciera una reverencia o saludo. Luego emite muchos sonidos extraños, lo que me parece ser su idioma natal. Yo no entiendo siquiera un poco. Él ve mi cara de incomprensión e inmediatamente se agacha para poder estar a mi altura. Ahora me habla en mi idioma.

—Veo que no recuerdas nada, mujer. Ni siquiera distinguiste tu nombre. ¿Dónde has estado y qué te pasó? —Me habló el ser de luz con gran confianza, como si lo conociera, cosa que me deja perpleja.

—Lo siento… Desperté al pie de una enorme torre en el cielo, y no tengo recuerdos ni idea de qué me pasó. En ese momento sólo tenía mi espada y muchas ganas de descubrir todo acerca de mí y este mundo que no me es familiar. Me parece que usted me puede ayudar, ¿no es verdad? —Dije después de un largo suspiro. Entonces la criatura se coloca recta y se presenta.

—Esto es para tu nueva memoria: soy YHJ’LD, un miembro de la raza Fotízetai. Nosotros somos los habitantes primigenios de esta dimensión, gobernamos sobre cualquier otra criatura; nuestra inteligencia y conocimiento de este hábitat es superior al de cualquiera. También hemos visto toda la historia de nuestro hogar, al igual que la de otras dimensiones —dijo el líder de los Fotízetai con una profunda voz, llena de ecos. Luego los demás me hicieron el mismo saludo–. Sé que los eventos que han pasado últimamente han tenido que ver contigo. La erupción del monte Fawz no fue coincidencia. La profecía está cumpliéndose, mujer. Eso significa que no es propio de mí contarte qué es lo que olvidaste. Es tu destino dar pie a la búsqueda de las respuestas sobre tu pasado y descubrir quién eres. —Continua YHJ’LD emocionado, pero entonces lo interrumpí molesta.

—Muy bien… Encuentro alguien que me conoce y no me puede ayudar. ¡Qué fastidio! ¿Quién te contó sobre esa profecía? No me suena a que sea un aliado mío —reclamé sin pensarlo, ya que me parece que están jugando conmigo y con la vida de mis seres queridos. Entonces YHJ’LD me responde algo desilusionado y con orgullo.

—Una poderosa visionaria lo vio desde la cúspide de su santuario. Hace tiempo avisó sobre ti y de lo que te pasaría, sin embargo, nos hizo jurar que no nos entrometeríamos en tu camino, puesto podría cambiar el buen desenlace. —YHJ’LD es cuidadoso con sus palabras. Él parece querer ayudarme, pero tampoco quiere quedar mal con esa mentada pitonisa.

—Bueno, al menos puede hablarme de qué le pasó a la Tierra, YHJ’LD. Es necesario que sepa un poco más sobre este mundo. Por favor, si es tan amable —pedí con toda la paciencia que pude encontrar en mí. YHJ’LD rio levemente al escuchar mi plegaria y pronto responde.

—Cada uno de nosotros te proveeremos de información importante sobre el mundo que ahora desconoces, ya que han pasado muchas cosas mientras dormías. Está información te ayudará a cruzar hacia tu destino. —Cuando YHJ’LD termina de hablar me siento aliviada. Por un momento pensé que ni eso podría ofrecerme, que me dejaría en ceros una vez más alguien en vida.

—Gracias. Sé que me será de utilidad —entonces YHJ’LD me hizo el saludo anterior, para luego hablar.

—Estás en la dimensión de la luz, mejor conocida como «Lux mundi». Este lugar es paralelo al tuyo; el nombre de tu hogar es «Catonium», que significa: «mundo menor». Aquel se encuentra entre las diferentes dimensiones que existen y cada una de ellas maneja un papel importante para él, es decir: sin éstas, tu tierra no podría existir. Esta dimensión fue creada por el Gran Amo Pridhreghdi —explicó YHJ’LD con gran orgullo. Pronto otro fotízetai se acercó para hablarme.

Así cada uno de estos seres fueron dándome información que de alguna manera sabían que yo desconocía en su totalidad. XM’A, FN’K, EZ’G y AV’C compartieron conocimiento que en verdad me está ayudando a comprender donde me encuentro y por donde he viajado todo este tiempo. Además, mencionaron a dos personalidades que estoy segura son las estatuas que vi en la cima de aquella torre, misma que, parece ser, se llama «la torre del comienzo», según estos seres. Las entidades son: El Padre de las Bestias Sagradas y el Gran Amo Pridhreghdi. También se me mencionó a un tal Xeneilky, mismo que les ha ayudado a combatir a los Turpificatus, las criaturas oscuras del Tenebrarum Mundi que son dirigidas por el Emperador Gil, el origen de las constantes amenazas hacia esta dimensión.

Otro dato interesante, y que me gustaría destacar, es que existe otra familia además de los Pridh: la familia D’Arc. Estos son los sucesores del Padre de las Bestias Sagradas, así como lo es Pridhreghdi de los dragones, me supongo.

—Es todo lo que te diremos. Si encuentras a más de nuestra especie, cada uno podrá darte más información. Más delante tenemos una máquina que crea portales hacia el Catonium. Puedes usarla para regresar hacia tu objetivo principal. ¡Acepta la verdad y enfrenta tu destino, mujer! —Entona YHJ’LD haciendo unos ademanes un tanto teatrales.

El evidente líder de los fotízetai se despide de mí y yo avanzo hasta la máquina que pronto activaron para que pudiese ir. Sin pensarlo me apresuré en cruzar a mi mundo.

El verdadero génesis de todo empezó por esa torre, a manos de entidades cuyos nombres no vislumbro en mi pasado lejano.

Parecen mentiras, pero he captado que todo lo que yo creía saber de la creación es una farsa. En realidad siempre pensé que las cosas se había dado como se me explicaba de manera científica; aun así, ¿por qué nunca había escuchado sobre esas criaturas «divinas»? ¿Acaso no lo recuerdo?

Debo seguir buscando a más fotízetai para que me sigan dando información sobre este embrollo, y tal vez el Emperador Gil puede ayudarme también. Mis amigos de luz me dieron a entender claramente que el líder de los turpificatus es un ser pensante e inteligente, aunque siento que no será fácil encontrarlo, sobre todo porque el Tenebrarum mundi es un lugar muy peligroso.

Xeneilky… Ese nombre me causa un nudo en la garganta. Es uno de los hijos de una divinidad creadora, parte de la familia D’Arc. Hay algo en ello que me revolotea el pensamiento.

Lo más importante de todo es que mencionaron absurda una profecía que trata sobre mí.

«¿Qué tengo que ver yo con ellos? ¿Qué quieren darme a entender?»

Después de pensar en todo esto, un pequeño recuerdo regresa a mí. Ken había mencionado que estuvo en la prisión de los dragones, y fue porque robó un libro de la biblioteca drakoniana que se encuentra en el templo del volcán. Aquel texto era de una dragón llamada Luhcia Pridhreghdi.

Ahora recuerdo lo que pasó esa vez.

Estábamos en una cabaña esperando a Ken. Annastasia preparaba té en la cocina; Joseph jugaba un video juego; Kantry caminaba de arriba abajo desesperada y yo leía tranquilamente un libro de Bret Easton Ellis en el sillón principal de la sala, al lado del hombre.

—Ya llegará, no tienes por qué desesperarte —le dije a Kantry en voz alta al darle la vuelta a una de las páginas de mi libro. A pesar de esto, mi amiga seguía haciendo pasos marcados, rechinidos entre dientes y gruñidos a boca cerrada.

—¡ESTOY PREOCUPADA! ¡Déjame en paz! —Sus gritos y reproches transformaron mi cara en una de decepción y volteé los ojos de fastidio. Poco después la miré sin decir nada, justo cuando bajó la escalera. Sola me respondió al sentirse presionada—. ¡Está bien!, seré paciente y esperare aquí sentada —al poco tiempo, se dirigió a un mueble cerca de donde me encontraba y se sentó. Pronto sucedió lo obvio—. ¡YA NO PUEDO ESPERAR! ¡Iré a buscarlo! —Justamente cuando ella se dirigió a la puerta, Ken entró a la casa por ésta, exhausto y con un libro bajo su brazo—. ¡Amor, lo lograste! —Su novia fue inmediatamente a auxiliarlo.

Kantry agarró a Ken cuando estuvo a punto de desplomarse. Él se apoyó en ella rodeándola por encima de los hombros con su brazo. Yo lo ayudé a entrar y cerré la puerta cuidadosamente verificando que no lo hubieran seguido. Ken sólo estaba agotado, aunque Annastasia decidió usar de su magia para prevenir cualquier percance.

Los focos del hogar fueron apagados. Yo encendí una vela con fuego púrpura, para luego los cinco sentarnos alrededor de una mesa con el libro puesto en medio. Estábamos listos para abrirlo y descubrir sus secretos.

—¿Estás seguro que es el correcto? Parece un libro común y corriente, uno muy grande. Los libros de los dragones están construidos con tecnología mágica. Éste no lo parece —reclamé cuando observé el tesoro de cerca, insegura.

—Créeme, es el correcto. Por eso cuando me descubrieron intentaron matarme. Procederé a abrirlo —dijo Ken al momento que tomó la portada del libro con su mano. Todos se estremecieron ahí sentados, observando. El miedo nos sofocaba, pero la curiosidad desbordaba.

El libro fue abierto de par en par y una intensa luz salió de él, misma que iluminó todo alrededor. La energía luminosa se concentró y creó una columna de ésta que ascendía desde las páginas del libro hasta el techo de la habitación, que dibujaba extrañas letras en cada esquina del hogar. En medio de dicho espectáculo, se formó la figura traslucida de un dragón posado en dos piernas, con grandes alas y tórax amplio, la cual portaba una especie de antifaz.

Pronto, la figura comenzó a hablar en diferentes idiomas. A lo que entendí, ella estaba intentando darnos opciones de lenguaje, y al decir el nuestro, Ken respondió diciendo: «Ame».

—Éste es el libro llamado: «Investigación de la Dimensión de la Luz y la Dimensión de la Oscuridad». Escrito por una servidora, Luhcia Pridh, en colaboración con mis hermanos: Novak y Anthur. Agradezco al Gran Amo Pridhreghdi por su patrocinio en esta recopilación de datos sobre la naturaleza de estas dimensiones y a la familia D’Arc por su aprobación para entrar en parte de sus territorios a investigar —recitó aquel dragón de una manera cortés, con voz confiada, suave y femenina. Se notaba que sabía de lo que hablaba, sonaba bastante erudita.

Varios dragones ayudaron a escribir el libro, lo cual me dejó boquiabierta. Justo después de la introducción, la dragón siguió hablando y dio más opciones, hasta que dijo «11.- Formas de acceso al Lux mundi o Tenebrarum mundi». Ahí Ken contestó y el libro cambió de página como si el viento lo hiciera hasta llegar al apartado once.

—11.- Formas de acceso al Lux mundi o Tenebrarum mundi. Ambas dimensiones se encuentran en un constante intercambio de energías hacia el Catonium. Por alguna razón desconocida, éstas llegan a introducir esta energía por medios naturales como los antes ya mencionados; pero también dicha energía puede acceder por medio de los portales o aberturas creadas gracias al Gran Amo Pridhreghdi al moverse entre las dimensiones. Él y el Padre de las Bestias Sagradas fueron los primeros que podían acceder a ellas sin usar algún tipo de magia o lugar especial. Al efectuar esta acción, queda una fisura entre nuestra dimensión y el Lux mundi o el Tenebrarum mundi. Ahora también los miembros de la familia de Pridh y D’Arc pueden usar su poder para golpear la barrera invisible que divide los planos y crear un portal por medio del poder divino de su familia. Ninguna otra criatura puede lograr semejante proeza —siguió recitando la figura de Luhcia. Cuando escuchamos esto, todos hicieron una bulla de decepción.

—Genial, solamente ellos pueden entrar. ¡Qué fantástico! —Dijo Kantry fastidiada. Después de todo lo que arriesgamos, era normal que se molestara al confirmar lo que creíamos obvio.

—Esperen, aún hay más —Joseph estaba poniendo atención al libro y leyó sobre un acontecimiento especial, fue entonces cuando la imagen de Luhcia siguió hablando.

—Una vez creadas las aberturas, éstas podrán servir como puerta para acceder a las dimensiones por cualquier tipo de entidad; las fisuras difícilmente desaparecen y están en constante fluctuación con la energía de las dos dimensiones hacia la nuestra. Para que las criaturas del Catonium no pudieran llegar tan fácilmente a estas dimensiones y así corromperlas, por su seguridad, el Gran Amo Pridhreghdi lanzó un poderoso hechizo sobre las aberturas, mientras decía lo siguiente: «sólo aquellos que puedan verlas serán capaces de usarlas, cuyos ojos son dignos de visitar aquel lugar desconocido». Desde entonces, sólo los que posean una habilidad especial pueden ver la fisuras y usarlas sin ningún problema; en cambio, la familia D’Arc bendijo a la raza fotízetai en específico para que ellos pudieran cruzar a estos mundos sin la necesidad de alguna fisura —recitó Luhcia para después hacer una pausa. Todos voltearon a verse, a la par que se les dibujaba una pequeña sonrisa, excepto por Annastasia, a quien le parecía inútil la información.

—Esa habilidad es propia de nacimiento, no se puede aprender. Así que será inútil que busquemos una forma de entrar usando esas aberturas. —Annastasia tomó la palabra para aclararnos a todos que las ideas de buscar cómo ver los portales serían en vano.

—Muy bien, ahora estamos seguros que no tendremos éxito de ninguna forma, a no ser qué… —respondí esto ante la última aclaración, pero Joseph me interrumpió.

—«Busquemos ayuda del padre de la familia D’Arc» —propuso el hombre de forma grosera y con los brazos cruzados. Él terminó de expresar mi idea, la cual fue bien especulada—. Los miembros de esa familia son unos engreídos y lo sabes. Jamás nos ayudarán a contactar a su padre —cuando mi amigo dijo eso, yo sonreí un poco, al igual que Annastasia.

—Me temo que uno de ellos nos debe un pequeño favor. Veremos qué podemos hacer al respecto —aclaré a todos y ellos se impresionaron al ver mi confianza Era verdad, hace tiempo Annastasia y yo habíamos contactado a un D’Arc para que nos ayudara; pero había sido hace mucho, por lo que mi amiga y cómplice agregó lo siguiente.

—¿Crees que quiera cooperar con nosotros? Me parece que se va a ser el de la vista gorda. Ya sabes cómo es —replicó Annastasia, ya que conocía muy bien a aquel ser caprichoso.

Había un aire de sensatez en las palabras de mí amiga, ya que nada nos aseguraría que respondería a nuestro llamado, más porque ha pasado tiempo que no lo intentamos contactar.

—Sé que es especial, justo como todos los miembros de esa familia —dijo Joseph molesto a la par que mataba mis esperanzas. Cuando me vio, notó que torcí la boca, levanté una de mis cejas y volteé los ojos molesta por su actitud.

—Entonces debemos encontrar una forma de recibir esa bendición. Annastasia y yo investigaremos toda la información que Luhcia dejó en el libro, ustedes descansen —dije a todos junto a un suspiro. Los demás se levantaron y se fueron a sus lugares de descanso al escucharme.

Justo cuando nos quedamos solas Annastasia y yo, ella se sentó a mi lado y le susurré.

—Prepara todo para contactarlo —pedí suavemente sin mover mucho mis labios.

Annastasia asintió discretamente, y al estar todos dormidos, preparamos lo necesario para llamar a aquel ser usando un objeto especial muy importante. Lo demás está muy borroso en mis recuerdos, tanto que no veo el instrumento esencial para convocar a ese miembro de la dichosa familia de las Bestias Sagradas.

Llegué al ahora bien nombrado Catonium, y para mi sorpresa, encontré toda la fachada de una base militar: alambres de púas en espiral por el suelo, costales de arena apilados y varias torres de control construidas por doquier. En medio de todo este campo de resistencia hay una enorme edificación, como una gran base o fuerte. Este lugar es la paranoia de una mujer que conozco. Una que se llama Viorica.

Lee la siguiente parte >