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El reino del fuego

Cuarto Recuerdo: El comienzo

352 9 min.

Después de unos momentos, recojo mi arma y ato una vez más la capa de invisibilidad a mi cintura. Veo los alrededores de la habitación, pero no encuentro nada qué pueda ayudarme a escapar. El lugar está vacío.

Justo cuando comienzo a desesperarme, él aparece.

—¡Je, je, je! Interesante, muy interesante. La mujer pelirroja logró derrotar a Anne, pero no sabe cómo salir de este lugar. En verdad es muy interesante. —Una voz macabra resuena de repente.

Pronto del piso emerge una extraña linterna vacía de un solo pie hecha completamente de acero oscuro.

—Tú me has hablado, ¿no es así? —Le pregunto al objeto, el cual me responde.

—Así es, chica pelirroja, he sido yo. —Después de decir esto, del fondo aparece un dragón «oriental» de ojos blancos, formado del mismo material que la linterna. Éste sube hasta la parte superior del faro, dando vueltas por el tubo. Se acomoda en la cima y rodea con su cuerpo la pieza. Al verle, me da la impresión que me emite una sonrisa—. Permíteme presentarme, mujer humana: soy Priitsu, el espíritu de la linterna sagrada —dice esas palabras con gran orgullo y hace una pequeña reverencia—. Has tenido un encuentro espectacular, pero me temo que no tienes las habilidades suficientes para salir de aquí —aclara aquel extraño dragón de acero.

—Supongo que puedes ayudarme, juzgando por la forma en la que llegaste. Aunque realmente quisiera hacerte muchas preguntas. No sabes el alivio que me da poder hablar con alguien —expreso a aquel dragón, pero este emite una pequeña risa burlona y me mira fijamente a los ojos, mientras entrecierra los suyos.

—No, no pienso responder ninguna de tus preguntas. Vine aquí porque el piromante azul se presentó y yo deseaba que depositara un poco de su fuego en mí. No obstante, se negó rotundamente. De hecho, estaba por irme, cuando tú llegaste y te enfrentaste a Anne —responde aquel ser, de una manera muy antipática—. Aun así, sí estoy aquí para ayudarte, mas obviamente pido algo a cambio, espero puedas entender —explica Priitsu fríamente.

Me desanima más que molestarme, pues deseaba conversar largo y tendido con este peculiar ser, sin embargo, aquel sólo tiene las intenciones de resolver sus caprichos.

—Muy bien. ¿Qué es lo que quieres? —Le digo a aquel dragón, quien sonríe más al oír mis palabras llenas de decepción.

—El piromante azul usó poderosa magia oscura que es capaz de teletransportarte a través de dimensiones y del espacio. Él abrió un portal justo en esta habitación para retirarse. Yo puedo hacer que ese portal se vuelva a abrir para ti.

—Bien. ¿Y qué es lo que necesitas de mí?

—¡Oh! Tienes mucha prisa, ¿no es así? Pues deseo una de tus llamas púrpura. Una que represente un buen recuerdo —me respondió el dragón entusiasmado. Es obvio, lo que busca es que lo encienda. Es una linterna.

—Mis recuerdos son muy valiosos. No sé si deba darte uno —le aclaro molesta, y él sonríe un poco y se mueve lentamente alrededor de la linterna de manera viperina.

—Vamos, no quiero algo muy complicado. Sólo me gustaría tener el recuerdo con Anne, en aquel balcón durante la alborada —dice Priitsu, mientras ríe un poco.

«Me sorprende que sepa sobre ello. Tal vez posee la habilidad de leer la mente».

—Lo siento, pero no puedo darte ese recuerdo, es muy preciado. Si puedo darte otro con gusto lo haré, pero no te entregaré algo que tenga que ver con Anne. No quiero olvidarla —respondo con gran seriedad. Entonces Priitsu carcajea y me ve a los ojos, alegre.

—Eres un piromante púrpura, la llama de la mente. Ésta puede ser manipulada de muchas formas muy interesantes, así como puede ser reproducida una y otra vez si posees gran inteligencia, sabiduría y una enorme aura —explica Priitsu, a la par que regresaba a la cima de la linterna—. Tú tienes todo lo necesario para crear una réplica perfecta de cualquier recuerdo que tengas. Sólo necesitas saber cómo hacerlo —quedo sorprendida, pues no tenía idea de aquello. Así que escucho con mucha atención lo que este ser tiene qué decirme.

—Por favor, explícame y con gusto te daré la réplica —aseguro a Priitsu muy seria.

Tras un pequeño intento lo consigo. La explicación fue sencilla, prácticamente me pidió imaginar que generaba la copia mientras sostenía la llama original, consiguiendo hacer lo impensable de inmediato y sin esfuerzo.

—¡Ja, ja, ja! ¡Eureka, eureka! Lo has logrado, mujer, has replicado el recuerdo con éxito.

—I-increíble, creo que jamás había hecho algo así —le confieso al dragón una vez que abro mis ojos y noto dos llamas idénticas. Ambas se mueven inclusivo a la par, como un reflejo.

—Bien, ahora mete esas llamas a tu mente y acércate a mi cuerpo, o sea, la lámpara. Tengo una parte en mi único pie que se divide en dos. Quiero que me sostengas de ahí con ambas manos y pienses en el recuerdo duplicado —explica el dragón emocionado. Yo sigo sus indicaciones sin respingar. La linterna se siente helada, y al tocarla cierro mis ojos para concentrarme, después percibo cómo una luz me toca el rostro. Al separar los parpados, la linterna ya no está vacía, dentro de ella se encuentra la llama púrpura que yo había creado —. ¡Bien hecho! Ya puedes soltarme. Ahora es mi turno.

Debajo de la linterna aparece una luz que se transforma en un símbolo que posee un hexagrama por en medio. Al hacer esto en la habitación se crea un extraño portal oscuro que jala viento hacia él.

—Si tomas ese portal te llevará a donde se encuentra el piromante azul —me aclara el dragón, mientras que el símbolo de luz debajo de él desaparece.

—Gracias, no sé qué hubiera hecho sin ti.

—¡Ja, ja, ja! No me agradezcas. Hicimos un trueque —las palabras de aquel dragón sonaron oscuras y frías, pero honestas.

—Aun así, gracias. Espero que no sea la única vez que nos veamos —le digo al ser y éste comienza a reírse a todo pulmón.

—Créeme, no lo será —me responde al calmarse. Yo doy la vuelta para irme y aún puedo escuchar su risa, misma que aumenta al paso de cada segundo.

«Definitivamente está loco», concluyo con miedo.

Cruzo el portal sin miedo. La forma en la que me jala es increíble, siento como si distorsionara mi cuerpo para lanzarlo hasta otro lugar lejano. No puedo evitar gritar al sentir la extraña sensación.

Mientras esto sucede, mis recuerdos sobre Anne se vuelven un poco más claros, pero no lo suficiente. Es como si algo bloqueara ciertas partes.

—Anne. ¿Por qué decidiste unirte a nuestra causa? Cuando te conocí parecía que nos odiabas —caminé por un largo pasillo de concreto, por encima de una alfombra azul hasta encontrarme con una enorme mesa rectangular, poseedora de dieciséis sillas colocadas alrededor, en lo que parecía una gigantesca sala común. Anne estaba sentada arriba del mueble con las piernas cruzadas, pintándose las uñas, sin interesarse en qué pasaba a su alrededor. En ese entonces me intrigaba mucho Anne; pues no hablaba con nadie, sólo se encargaba de merodear y cumplir las misiones de nuestra organización. Ella siempre quería ser la menos en resaltar. Con el tiempo se ganó el título de «la más débil».

—Entiéndeme **, yo siempre he querido que nuestro mundo esté lleno de paz, y sé que hay que hacer sacrificios para esto. A mí me gustaría vivir una vida tranquila y sin preocupaciones, pero tu querida amiga tiene razón: yo fui bendecida por el viento para algo. Yo tengo una misión en esta vida y sé que pude elegir éste u otro bando. Me incliné por el tuyo porque ella me convenció, sólo por eso.

Anne sonaba molesta y algo confundida, realmente no quería estar aquí, pero sentía la obligación por haber nacido con una habilidad especial.

—Sabes… yo también llegué a pensar así —le comenté al dar un suspiro de desilusión mientras me recargaba a su lado–. A veces las cosas no llegan como queremos que se nos presenten, sin embargo, tenemos una responsabilidad. No quiero sonar anticuada, pero: «El poder requiere gran responsabilidad». Sé que nuestra organización no es precisamente la mejor. Aquí hay desde criminales, hasta niños pequeños. Yo aún soy joven, apenas tengo diecinueve años de edad, pero sé que nuestro futuro es prometedor —Anne sonrió y soltó una lágrima. Después volteó a verme con una gran sonrisa, y al verla me di cuenta que me había ganado su confianza.

—Gracias, **. No sé cómo agradecer que te preocupes tanto por mí. Sé que no le he echado muchas ganas a nuestras tareas, y tal vez es por eso que vienes a hablarme. Así que intentaré hacer mi mayor esfuerzo para ser de las mejores. —las palabras de Anne me llegaron al corazón, su convicción podía observarse. Ésta era la mujer que quería conocer.

—Esperaré esos resultados. Ojalá todos pudieran ser persuadidos y entusiasmados como tú, con tan pocas palabras. Has sido fácil de convencer, ¡ja, ja, ja! —después de decir eso de manera altanera, me retiré del lugar para dejar a Anne sola.

Hasta el final de nuestra conversación, me di cuenta que estábamos en un lugar que me genera mucha nostalgia. No tengo idea de dónde es ese sitio, tal vez la sede de la organización a la que Anne y yo pertenecíamos, cuyo nombre también he olvidado. Tiempo después, gracias al esfuerzo de Anne, se convirtió no en la más fuerte, pero sí en una gran agente de confianza. Ella podía lograr infiltrarse donde sea y descubrir cualquier secreto. Su trabajo era impecable, pasó de ser «la más débil» a «la más astuta».

Pronto Anne y yo tuvimos otra conversación. Ahora me sentía más madura que la vez anterior.

—¡Ey! Necesito que hagas un trabajo que sólo tú puedes cumplir —me dirigí a Anne sin mucho preámbulo, puesto era algo urgente. La chica de los vientos estaba sentada en un gran sillón situado en un misterioso recibidor, cuyas paredes tenían extraños símbolos azules a los cuales no puse mucha atención.

—Vaya, parece ser que las exigencias de nuestro líder han aumentado —ella comentó con una gran sonrisa, pues ahora le gustaba llamar la atención con burlas, justo como la recuerdo.

—Sí, últimamente se ha vuelto un poco exigente, pero ya sabes cómo es —dije en tono de broma, sonó incluso sarcástico. Anne sólo me arqueó una ceja y río pícaramente.

—Vale, no hay problema. ¿De qué se trata? —Yo tenía unos papeles que llevaba conmigo donde venía la información que necesitaba Anne. Al dárselos, ella empezó a leerlos para ejecutar dicha tarea–. Vaya, otra infiltración. ¿Segura que esto no pondrá celoso a Herald? Más aun después de que le echaran a perder a más de cien robots que construyó hace poco.

El rival de Anne era Herald, un hombre que modificaba su cuerpo añadiendo partes mecánicas. Éste tuvo problemas de salud que resolvió alguien más, cuyo nombre no recuerdo. Aquel que ayudó a Herald, un científico que hacía medicinas alternativas para la gente y experimentaba de manera ilegal con ello. Se hizo amigo del rival de Anne para luego formar parte de nuestra organización, gracias a todo lo que había descubierto.

Herald, gracias a sus habilidades sobrehumanas, ascendió rápidamente y le financiamos más de sus invenciones; no obstante, Anne era su mayor enemigo, ya que era más ágil que él en ciertos aspectos. Ambos tenían cierta rivalidad algo sana, mas había veces en las que sus discusiones casi arruinan las misiones, por eso decidimos que ya no harían trabajos juntos.

—Vamos, deja de alardear sobre eso. Herald se descuidó sólo un poco, es un gran ingeniero. Además, en este momento está modificando de nuevo su cuerpo. Así que no le importará —al decirle esto a mi compañera, ella sonrió. Me dio las gracias por la información y empezó a ponerse de pie para pasar a retirarse.

—¿Lo vas a pensar, Anne? —Le grité ya cuando estaba a punto de desaparecer de mi vista.

—Esto es un sí, ** —cuando volteó y me sonrió para darme su respuesta, pude de nuevo ver cómo sus labios se movían, pero no emitían sonido. Es cómo si solamente hubiera olvidado una palabra, o tal vez algo bloquea ese recuerdo.

Pero ¿qué?.

—¿Cómo demonios bajo de este lugar? —Grité ya desesperada una vez que me di cuenta que regresé a donde desperté. ¡Qué fastidio!

Al ver hacia la dirección donde está la torre, descubro que la enorme pared que la resguardaba está rota, teniendo alrededor pequeñas enredaderas, algunas de ellas con frutas.

Aprovecho esto y como de las bayas con el peligro de que fueran venenosas, pero están muy frescas y dulces, supongo que no moriré, por lo menos no rápido. Ya tenía sed y hambre, estás me han hecho mucho provecho.

Tomo algunas frutas más y las guardo dentro de la capa, la cual he amarrado estratégicamente para volverla una bolsa invisible.

Es extraño, ayer no había indicios siquiera de que pudiera crecer vegetación aquí arriba. ¿Cómo una planta así puede desarrollarse tan rápido y en medio de la nada? Algo obviamente pasó y no era obra de mi presa, aunque posiblemente el hoyo en el muro sí sea su culpa.

Si el portal que él usó me trajo de vuelta a aquí, significa que vino hasta acá. Tal vez buscaba la torre. Decido dirigirme a la entrada de la edificación en cuestión. Descubro un camino hecho con enredaderas y espinas que lleva a la verdadera entrada del baluarte.

Concluyo entonces que la habitación de abajo contenía algo, sin embargo, cuando llegué, posiblemente «eso» ya había sido tomado.

Emprendo mi viaje dentro de la gran torre usando el puente «natural».

Llego a la entrada y noto algo raro, pues cuando me acerco a la torre algo se dibuja en sus bloques. Se trata de una letra, y no cualquiera, sino la omega del alfabeto griego.

Tengo leves recuerdos sobre ese vocabulario, sólo sé que tiene una cantidad de letras parecida al de mi idioma natal. ¿Acaso tendrá que ver con mis recuerdos esta aparición?

La torre es inmensa y sus pasillos largos. Dentro de ella no hay nada más que paredes, antorchas y llamas púrpura que hacen mis memorias un poco más claras. Desgraciadamente, en favor de avanzar hay veces en las que tengo que entrar a las otras «dimensiones». Algo que ya me es costumbre, pero no deja de fastidiarme.

Lo único diferente aquí es que dentro de la «dimensión» luminosa también hay conejos mutantes, pero parecen estar muertos. Sin embargo, al momento de acercarme a examinarlos, pequeños portales se abren alrededor, dejando entrar extraños tentáculos oscuros que recuerdo haber visto en los monstruos tenebrosos. Estos poseen una parte puntiaguda que penetra a los cadáveres, llenándolos de una extraña sustancia azul brillante, lo cual los reanima en criaturas oscuras. Al despertarse como zombis, se vuelven más habilidosos, además de violentos. Igualmente, estos cadáveres de insectos oscuros no son un problema real para mis habilidades.

Entre más subo, los bloques continúan cambiando de letra, mostrando el alfabeto griego al revés; eso puede significar que, si veo la letra alfa, posiblemente estaré cerca la cima.

Después de escalar un buen rato llego hasta la entrada de una habitación que está dentro de la torre en el Origen. Una vez dentro cae una pesada puerta en la entrada. Quedo atrapada aquí.

En la recamara sólo hay antorchas en las paredes y algunas plataformas. Todo esto acompañado de una pequeña flor que descansa en el centro del sitio.

«Vaya. ¿Éste es el final de la torre?». Aunque la letra dibujada es ni, falta mucho para llegar a alfa. Afuera hay muchas nubes, por lo que no pude comprobar si la torre seguía.

Me acerco a la flor, y todo me es más claro cuando esta planta de repente voltea a verme, ya que tiene un pequeño ojo de cristal en medio de sus pétalos. Retrocedo un paso de la impresión y la planta empieza a crecer precipitadamente.

— ¿Ahora qué? —Vocifero al ver cómo la flor se convierte en una enorme planta de un largo tallo repleto de grandes hojas con un gran brote en la punta, cuyo ojo quedó ahí dentro.

A los lados de este inmenso vegetal, crecieron dos flores con forma de campana, y del techo, aparecieron titánicos brotes. Un poderoso enemigo está frente a mí.

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